miércoles, 27 de julio de 2011

La Congregación de Hermanas Vicentinas de Zagreb



Corría el año Eucarístico de 1934 cuando las cinco primeras hermanas vicentinas de Zagreb pisaron el suelo argentino respondiendo al llamado del padre franciscano Ruskovic para atender a la colonia croata de Dock-Sud.

Duros fueron los comienzos en esta tierra de misión a la que habían llegado: casas de chapas, calles sin asfalto, criadero de mosquitos y ranas fue la realidad concreta que les presentó con muchas pruebas y dificultades. Un pueblo de 20.000 habitantes, en su mayoría emigrantes venidos de distintas partes del mundo: España, Italia, Polonia, Yugoeslavia, Alemania, Ucrania, en busca de medios para subsistir. Era la clase obrera que no poseía prácticamente nada más que dos brazos fuertes para trabajar y mantener su familia.

Eran pobres no sólo materialmente sino también en educación. Apenas sabían leer y escribir, y como había muchos extranjeros, ni siquiera sabían hablar castellano.

Aunque venidos de Europa, de países católicos, arrancados de sus comunidades no supieron integrarse a nuevos centros religiosos.

Además, la dureza de la vida y la lucha por el pan de cada día endurecían sus corazones y no mostraban sentimientos de simpatía hacia la palabra de Dios y su Iglesia.

En este ambiente comenzaron su siembra las Hermanas Vicentinas quienes encontraron su riqueza evangélica: los pobres y su pobreza.
Aunque los comienzos fueron difíciles, la visión del extenso campo de caridad las mantuvo valientes en la lucha y en las privaciones diarias. La salvación de muchas almas por medio de su silenciosa labor sabrá relatar la grandeza del heroísmo por amor a Cristo Rey Obrero, en el barrio obrero...

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