lunes, 22 de agosto de 2011

Grisáceo, ¡pero sólo por fuera!

















El ejido urbano del Doque fué proyectado aún sabiendo que se trataba de una zona baja y anegadiza. Se encontraba en un área de rápido desarrollo económico, a inicios del siglo pasado; los dueños de esas tierras aprovecharon para lotear y vender las parcelas a los trabajadores que llegaban del interior y del exterior, coincidiendo con su necesidad de instalarse rápidamente cerca de sus nuevas ocupaciones. Estos después, tuvieron que vérselas para salir adelante,del pantano en el que se habían metido,y así con el esfuerzo denodado de sus propios brazos,dichos pioneros,comenzaron a sobre elevar la cota de sus propiedades. Corría el año 1939, es decir muchos después de aquel loteo, cuando con mi padre y mi hermano, tuvimos que entrar muchas carretillas para acarrear, hasta el fondo del largo terreno, 50 metros cúbicos de tierra, en la propiedad que se había adquirido, al lado del Cuartel de los Bomberos en la calle Facundo Quiroga (ex Berlín), pues aquél se anegaba fácilmente con las primeras lluvias; lo mismo continuaban haciendo muchos vecinos. Recuerdo la zona ya habitada y todavía inundada que corría entre Debenedetti, Juan Díaz de Solís, Sargento Ponce y Paul Angulo, con las casas ya construidas, rodeadas del agua, con sus caminitos laterales de tierra y cascotes, para poder tener acceso a la casas. Lo mismo recuerdo de las calles Núñez e Irala, antes de su pavimentación. Las ranas eran las vecinas privilegiadas en ese medio tan propicio, y de noche, en los días de lluvia, nos adormecíamos acompañados con su continuo y monótono croar; en el verano nos arrullaba el intermitente canto de los grillos...

La usina CHADE consumía grandes cantidades de carbón de piedra (hulla), el cual dejaba como residuo de la combustión, la “carbonilla”. Este material se utilizó muchísimo para resolver en parte, el problema de la elevación de los suelos. Tambien se utilizó mucha tierra, la cual era transportada desde el lugar de la excavación de los túneles para los subterráneos de la Capital. Muchos años después, en algunas zonas, la Municipalidad de Avellaneda comenzó a rellenar, particularmente las calzadas de las calles aledañas a la cancha del Club Sportivo Dock Sud, con desperdicios, que luego se apisonaba superponiéndole previamente, una gruesa capa de tierra. Algunos terrenos, mas tarde, fueron...

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